Por Abdul Hamid – Santiago – Chile.
Não é fácil escrever sobre o encontro com um Wali. E eu lá sei o que acontece na presença dele? E quem é ele? Firme e suave, humilde e majestoso, temperado, constante. Contemplativo e ativo, implacável e sutil. Seu estado é como a quietude do favo de mel diante da alegria das abelhas. Todo móvel, barulhento, inquieto. E ele, porém, ali: ordenando sem ordenar, agindo pela mera presença.
Quem é um em seu encontro? Quem é quando você tem a oportunidade de falar com ele e ser o objeto de seu olhar? Momentos fugazes que passam deixando você com a sensação de que sua orelha não foi larga o suficiente para conter o que foi dito, que há algo que não pôde ser assimilado. A palavra simples, o olhar profundo e a nossa ignorância. Somos servos fracos.
De qualquer forma, Allah (swt), em sua infinita Misericórdia, às vezes nos dá a oportunidade de estarmos juntos com tais seres exaltados, que, no entanto, são os mais humildes de todos. Você trabalha lado a lado com ele. Ele até leva você em seu carro e agradece por apenas passar o turbante para ele! Que Allah (swt) preserve ele e seu segredo!
Oh! O que seria de nós se nossos corações não manejassem linguagens mais sutis do que as da língua? O importante, e a bênção, é estar presente, com a intenção sincera. Quantas fontes de água doce e pura podem ser encontradas no deserto?
Siga isso. Siga seus passos, eles andam rápido, avançam firmes e constantes. Siga isso. Tentando imitá-lo nos mínimos detalhes, bem, quem sabe, tudo pode esconder um segredo. Observe-o.
O sultão da nossa Ordem, o sultão desta era. Tão discreto que, mesmo nas provas, passa despercebido. Cuidadoso! Não vá menosprezá-lo. Fique atento, focado. Sirva-o em tudo o que puder, que o agradecimento de um Wali possa significar intercessão contra o nosso inferno.
O capitão do nosso navio nos ensina a ser simples e a sermos firmes com os alicerces do nosso edifício: salat, seguindo as Ordens de Allah (swt) e a palavra de Rasulullah (saws).
Quem quer ver arco-íris, vá para outro lugar. Com o sultão você tem que estar sujo, rasgado e encharcado, mas sentirá o gosto do cansaço agradável e da limpeza depois da lama. Salat leve e revitalizante.
O caminho é simples, mas hoje é difícil, e por isso ele volta às raízes. Como a seiva da árvore no inverno da alma. Ele cuida de nós, ele nos ama mais do que seu gado. E acredite, ele te ama! Sim, Ele se importa e tem esperança para a criatura sem esperança!
Wali. Você tem que ver. Temos que ir vê-lo. Pelo menos uma vez, pelo menos em nossa intenção. E continue o caminho pelo qual os profetas, anjos e Awliyah nos guiaram. O caminho da Verdade, do Amor e da Paz. O caminho de Allah, o Misericordioso, o Compassivo.
Texto original en español:
Encuentro con el maestro
Por Abdul Hamid – Santiago – Chile
No es fácil escribir sobre el encuentro con un Wali. ¿Es que acaso sé yo lo que ocurre en su presencia? ¿y quién es él? Firme y suave, humilde y majestuoso, templado, constante. Contemplativo y activo, implacable y sutil. Su estado es como el de la quietud del panal frente al alborozo de las abejas. Todas móviles, ruidosas, desasosegadas. Y él, sin embargo, ahí: ordenando sin ordenar, actuando a través de su mera presencia.
¿Quién es uno en su encuentro? ¿quién es uno cuando tienes la oportunidad de dirigirle la palabra y ser objeto de su mirada? Momentos fugaces que pasan dejándote la sensación de que tu oído no fue lo suficientemente ancho como para contener lo dicho, que hay algo que no pudo ser asimilado. La palabra simple, la mirada profunda y nuestra ignorancia. Somos débiles siervos.
Como sea, Allah (swt), en su infinita Misericordia, nos da a veces la oportunidad de estar junto a tan excelsos seres, que, sin embargo, son los más humildes de todos. Trabajas codo a codo junto a él. ¡Hasta incluso te lleva en su auto y te agradece por el simple hecho de pasarle su turbante! ¡Que Allah (swt) lo preserve a él y a su secreto!
¡Oh! ¿Qué sería de nosotros si nuestro corazón no manejara lenguajes más sutiles que los de la lengua? Lo importante y la bendición es estar allí, con la intención sincera. ¿Cuántas fuentes de agua fresca y pura pueden hallarse en el desierto?
Seguirlo. Seguir sus pasos, que caminan rápido, que avanzan firme y constante. Seguirlo. Intentar imitarlo hasta en los más mínimos detalles, pues, quién sabe, todo puede esconder un secreto. Observarlo.
El sultán de nuestra Orden, el sultán de esta época. Tan discreto que, aún en la evidencia, pasa desapercibido. ¡Cuidado! No vayas a menospreciarlo. Mantente atento, enfocado. Sírvelo en todo lo que puedas, que el agradecimiento de un santo puede significar la intercesión contra nuestro infierno.
El capitán de nuestro barco nos enseña a ser simples y a ser firmes con la base de nuestro edificio: el salat, el seguimiento de las Órdenes de Allah (swt) y de la palabra de Rasulullah (saws).
Quien quiera ver arcoiris que vaya a otro lado. Con el sultán has de quedar sucio, rasgado y empapado, pero probarás el sabor del cansancio placentero y la limpieza después del barro. Salat liviano y revitalizante.
La vía es simple, pero hoy es difícil, y por eso, él se remite a las raíces. Como savia del árbol en el invierno del alma. Nos cuida, nos ama más que a su ganado ¡y vaya que lo ama! ¡si hasta se preocupa y tiene esperanza de la criatura desahuciada!
Wali. Has de verlo. Hemos de ir a verlo. Al menos una vez, al menos en nuestra intención. Y continuar el camino por el que profetas, ángeles y Awliyah nos han guiado. El camino de la Verdad, el Amor y la Paz. El camino de Allah, el más Misericordioso, el más Compasivo.
Imagens: comunidade Naqshbandi/ web/pinterest.